Todos queremos servir y ser usados por el
señor, Pero cuando comienza el proceso de quitar todo lo vil, lo carnal, Lo
sucio, muchas veces desmayamos, abandonamos, nos quejamos. Porque duele
desprenderse de las cosas que nos complacen, de los placeres, de lo que amamos
pero nos daña y entonces atrasamos el propósito para lo cual Dios nos ha
llamado.
Dios quiere que seamos vasijas limpias,
moldeadas no por nuestros deseos ni caprichos, no por nuestro parecer, sino
vasijas transformadas por el Poder del Espíritu, abundante en los frutos dignos
de arrepentimiento, vasos que puedan ser servidos por el Rey llenos
vino y aceite que representan el gozo y la unción para llevar el evangelio de
Cristo y transformar vidas destrozadas por el enemigo.
Pero ese proceso duele, cuesta, tarda, hay
que pagar el precio, hay que saber que detrás de la prueba hay un propósito y
detrás del sacrificio una victoria. ¿Por donde va tu proceso?, ¿estas
entendiendo que si ahora padeces es porque estas siendo tratado?... ¿estas
dejando que El Alfarero quite de ti lo que te impide ser ese instrumento
o estas luchando con El no queriendo soltar lo que te daña?, Quizás
ya desmayaste y dijiste “este precio es muy alto”, y abandonaste el llamado.
Hoy te digo, que no hay nada que Dios haga en ti que tú no seas capaz de
resistir, que el proceso cuesta pero vale la pena, porque cuando el alfarero
con sus delicadas manos te empiece a moldear, aun en el dolor sentirás su amor
y veras su Gloria.
No hay victoria sin lágrimas, no hay triunfo
sin lucha, no hay proceso sin dolor. Pero al final cuando Él te hable y te diga
“Hijo esto era lo que quería hacer contigo”, veras que si valió la pena pagar
el precio.
MUCHAS BENDICIONES!!
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